14No es tu raza... (del libro ttransparencias 1973)
ni aquel rincón escondido
en el profundo mirar
de tus ojos,
lo que admiro.
No quiero tu cuerpo joven,
tan adorado y querido,
ni el despertar de tu boca
que muestras en gesto altivo
algunas veces.
¡No lo quiero! ¡No lo admiro!
Tampoco aprecio tu risa,
ni tu llanto, ni tus sueños;
ni tan siquiera tu calma
y mucho menos tu anhelo.
Pero si niña, te quiero:
por una vez que supiste
amar por amor al hombre,
amar por bondad a un niño.
Aquella cara llorosa,
sucia, delgada y humildo;
y aquellos harapos rotos
que llevaba.
¿Tú los vistes?
Sí, y vi tus ojos cerrarse,
vi tu rostro conmovido
y sin pararte a pensarlo
vi que besabas al niño.
¡Querida que cara puso!
Lloraba de ser querido;
y sus lágrimas callaban
y tus lágrimas sentían.
Y escapaste, sí, huiste,
no queriendo que supiera
que llorabas por un triste,
Que sentías, que eras buena
que eras pura.
¡No quisiste!
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