269Y seguí la ruta.
el sol amanecido.
La luz sembraba de velos la distancia
y el tiempo cubría de besos el amor herido;
me encontré como ausente, deudor del mar amigo,
escuchando el concierto de todo lo pasado
con el miedo aferrando la ruta del olvido.
El camino cruzaba al pájaro en la rama,
la floresta en sus hojas, la raíz en su trama
y el inhiesto sendero donde todo cantaba
a la vida y la muerte de aquello que yo amaba.
Y pasé adolorido, rompiendo mis deseos,
hacia donde yacía
el color de los sueños perdidos.
Y allí, se sembró el alba
y amaneció el idilio.
y amaneció el idilio.