158Anochecía.
veía el suelo cubierto de destinos.
La visión del mar al horizonte
sembraba nubes en mi espíritu.
De eso estaba hecha la tierra;
pero elevé la mirada a las alturas
y en ella surgieron las estrellas
que con guiño cómplice invitaban
a ver el universo.
No podía contarlas,
despasaban en número mis células,
sin embargo algo tenue y misterioso
me gritaba:
¿hacia donde caminan las estrellas?
Hacia nada mi ser me contestaba.
Pero en "nada" no estaba la respuesta.
Solo es una palabra vacía, hueca.
Más entonces volvía la pregunta:
¿hacia donde caminan las estrellas?
En galaxias su forma se agiganta
y billones no llegan para ellas.
El misterio es tan grande que mi mente
en quietud y silencio se repliega.
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